Un nudo en la garganta
30 julio, 2016
i.
t rip. ip. ipa. cerveza. trip noche, trip de mañana, trip de llegar a casa, abrir la casa, dejar las llaves puestas, quitarme las cáscaras violetas de los labios, la cámara de tus ojos are singing wild, a trippy fly. tripa. nene, esos ojos, esos ojitos vidriosos de sal de océano frío. quiero un trip de esos ojos que debilitan las rodillas y caes a morir porque nunca has sentido un flechazo de ojos de trip de mar.
19 junio, 2016
Las cuatrocientas Espadas del Brandy
Me mataste. Eso es lo único que sé. También sé que estoy en el cielo. Por fortuna. Llevaba diez
minutos de muerta y me pediste un cigarrillo. Yo busqué en mi cartera y te ofrecí uno de mis
mentolados. Lo encendiste y te fuiste al balcón y lo fumaste en silencio mientras los fogonazos
silenciosos del cigarro te iluminaban los ángulos del rostro. Afuera llovía. Era una lluvia
mezclada con los pasos de los gatos que se deslizaban por los techos buscando un poco de
calor. Me mataste en una noche de lluvia. Eso había sido demasiado para ti. Nunca has
soportado la lluvia, ni los Stones más allá de las once de la noche. Después de las seis no
puedes soportar las películas inglesas, ni los cafés cargados. Eres extraño Spada. Muy extraño.
Ese día que me mataste me llamaste desde algún teléfono del parque Giordano Bruno y me
dijiste hey baby vamos a ver Naked de Mike Leigh y yo te dije, pobre idiota ilusa, claro baby
nos vemos a las seis en la estación de metro Radio City.
Esa tarde vagué sin sentido por la ciudad. Me metí al metro, cubrí varias rutas, fui al barrio
árabe a la calle Dranaz por un hash. Luego me fumé el hash en el parquecito mientras miraba el
tren elevado. Alguien desde el tren me hizo una seña con la mano y yo le mandé un beso que se
diluyó en el aire caliente de la tarde. Fue un maldito beso que explotó en el núcleo del aire,
puff!, y desapareció para siempre. Finalmente cogí la ruta del Radio City para cumplirte la cita
y cuando entré al metro parecía que la gente se moría poco a poco en las nubes alucinógenas de
las cinco de la tarde, esas nubes negras que olían a heroína con orines.
Más tarde nos encontramos en Londres. Estabas en el parque. Las palomas grises hacían
maniobras confusas en el aire precario de la tarde y el olor de la lluvia me entró a los pulmones
y me intoxicó. Caminamos por la trece y el conjunto de las luces, el conjunto de los rostros y de
los olores nos marearon lentamente. Las campanas de Lourdes empezaron a sonar en el tejido
del aire. En el aire había latidos. Grandes latidos. Latidos. Latidos de un corazón invisible,
herido y borracho que bombea tinieblas sobre la lluvia, sobre la noche.
Antes de entrar a cine tomamos un café donde los árabes. Sensación conocida: café cargado,
negro, espeso, un cigarrillo. Una conversación banal. Un golpe en el estómago. Mierda.
Adrenalina pura. Subordinación. Escalofrío. Un tabaco. Un Marlboro. Otro café. Un beso. Un
silencio. Un golpe en la cabeza. Salimos del café mareados, aturdidos, y el ruido de la ciudad
nos abaleó el pecho y las miradas. Me dieron ganas de que te largaras para la mierda, pero dada
la casualidad de que íbamos a ver Naked de Mike Leigh y entonces sentí y entonces sentí en el
corazón cuatrocientos golpes, cuatrocientos golpes de brandy, cuatrocientos golpes de lluvia,
cuatrocientos golpes de heroína, cuatrocientos golpes de sangre, de carne, de pólvora, de humo azul, cuatrocientos golpes de tristeza, cuatrocientos golpes de cuatrocientas aves muertas
revoloteando en mi pecho.
En el cine, la fauna de siempre. Un par de mamertos. Una pareja de viejos embutidos en sus
viejos gabanes, el borracho que siempre encontrábamos en los cines alternativos con su botella
de coñac y las chicas universitarias con cara de que no se las habían comido en meses por estar
viendo películas para solitarios todas las noches. Salí enamorada de Johnny, el clochard de la
película. Yo te dije después que nunca había visto un man que se fumara tanto como ese. Era
un man vestido de negro siempre envuelto en una nube de humo, un man como tú y yo, un
triste man siempre flotando en las nubes confusas de los días como aviones absurdos, perdidos,
a la deriva, un man como tú y yo navegaba en el cielo maligno de los días, esos días llenos de
pequeñas lluvias donde se te llenaba la boquita de heroína y saliva negra. Un man bacano, ese
Johnny.
Entonces llegamos a tu apartamento. Me metiste tres balazos en el corazón. Once de la noche.
Me mataste. Después fumamos, tomamos un café, dos cuerpos extraños sumidos en la conocida
confusión del amor después del cine, dos cuerpos desnudos atravesados por cuatrocientas
espadas brillantes antes del café, dos cuerpos extraños sumidos en la conocida confusión del
amor después del cine, dos cuerpos desnudos llenos de humo, dos cuerpos desnudos
atropellados por la alucinación, dos cuerpos desnudos con la sangre llena de perros atroces, dos
cuerpos desnudos naufragando en alguna ola de la marea de la noche, dos cuerpos oscuros
fulgurando antes de apagarse para siempre el reflejo caliente de la lluvia.
A la media noche salimos y nos dirigimos a la estación del metro y allí me dejaste. Baby.
Creíste que nunca más me ibas a volver a ver. Pura mierda. Me subiste al vagón y diste media
vuelta. Yo me fui bien muerta. Lo último que me acuerdo eres tú fumando y yo sentada en el
vagón mientras éste se deslizaba hacia la oscuridad del túnel.
Es verdad. Me mataste. Y estoy en el cielo, tal como tú querías. En el cielo. Tal como querían
mis padres y tú. Muerta, en el cielo.
Ahora he vuelto. Estoy en el balcón. Tú acabas de regresar del cine. Me ves. Te detienes. Te
acercas. Me observas en silencio. Fumas un cigarrillo. No has cambiado mucho baby. Abres la
ventana. Afuera llueve. Me acaricias la cabeza con suavidad. Me dejo tomar en tus manos y me
pones frente a ti. Entonces te clavo el pico en un ojo y la sangre brota lentamente. Mierda. Te
saco el otro ojo.
Afuera llueve y las luces de la ciudad son peces suicidas que se destrozan en las aguas sucias y
turbulentas de la tiniebla. Estás tirado en la mitad del salón y el viento frío de la noche te cubre.
Llevas diez minutos muerto. Yo llevo diez minutos convertida en paloma.
R.C.M
10 abril, 2016
ruido. fresco. liso. imperfecto. ideal. sombras grises. luz. infundir varias veces al dia. quiero todos los adjetivos. realize that mi letra siempre es distinta. prolijidad. desorden. no siempre pienso en castellano. a veces pienso en vos. cigarrillos.. mala idea. probar comidas. mirarme. fotografiar un momento o dos.
auriculares. fondo blanco villavicencio. Colombia. trenes. quiero mirar más arriba y nadie me presta su terraza. hay que guardarse el arte para uno mismo. elegir la remera. sometimes pienso mostrarlo but theres so many superficialidad. rutina. insomnio. pasta de dientes. Pijamas. Canción #1.
Instante amarillo. 7 am. dormir hoy es mi prioridad.
22 marzo, 2016
(Y no es por alarmar)
algo de treinta minutos tratando de entenderlo, paseando de arriba a abajo un libro sucio viejo de poesías en donde había visto un título parecido al insomnio, o insomnia, insignia, imagina, vaya a saber qué o cuánto, el punto está en que nadie tiene la respuesta, lo intenté de todo, un vaso de leche, que escupo, un baño caliente pero es verano, tócate, me recomendaron, pero cuento ovejas, digo, prefiero.
A mí me gusta contar las líneas de la pared. ¿Pero no te parece aburrido?
Y bueno, pero mejor que contar telarañas, y peor tener arañas para contarles de mi ruidoso insomnio.
28 febrero, 2016
17 enero, 2016
11 noviembre, 2015
reordenar [se]
06 octubre, 2015
17 agosto, 2015
re#
no quise ser
(yo)
09 agosto, 2015
21 julio, 2015
el duelo constante con mi yo
20 julio, 2015
bonita fiesta
pues ví cosas que espantarían hasta a un carnero pedófilo.
en cada poro de la palma de mi mano entraban como si fueran gusanos
gotas de tu sudor y mi secreción salada incitándote que te acerques más
un poco más
sí, cerrar los ojos fue el peor pecado que pude haber cometido
el hecho de perder la visión, el resultado:
una boca, viscosa
penetrándome
como una babosa inquieta y fuera de sí
que de a poco me envolvía húmedamente
dejándome inmóvil, temblando, jadeando
sus encías reían y se tornaban de rojas demoníacas
succionándome los dedos y
mientras tanto una vil firmeza se hinchaba dentro mío
como si se desplegaran espinas que se enganchaban en mis paredes
sosteniéndose como en un precipicio, obligándome a quedarme
dejaban entrar un gran escupitajo rebelde que terminaba cayendo entre mis perezosos dientes, saboreaban y degustaban cada milímetro de calientes gotas
mi interior latía como un vicio en rehabilitación
dejándome explotar, dejándome ir
mi sexo poco ponderado,
embebido, empapado, contraído
y envuelto de tus espasmos.
16 julio, 2015
i nsomnio
por aquel ventanal te rodeo
uno de los ratos,
mientras,
desupicamente suplico
cruzarme de brazos y areas
por mi ósdito enlocado
y enlatado en el depósito
con tu marea en mi trago
ferviente
con naranjas que juguean
entrelazadas semillándose
por interacciones de interfaces
ajustados
12 julio, 2015
20 de junio
Miré al techo
telarañas, vacías
formo caras tétricas
con la humedad de la pared..
cambiaría todo
por un respiro
caliente, ruidos escasamente oxigenados
sólo un montículo de ropas y
sábanas a mi lado
que se mueven
y golpean
era su corazón
latiendo, respira
se rasca la espalda, suspira
está vivo, se tapa
el pecho y el brazo
le voy a dar un beso, mejor.
me abraza
y apenas acariciándonos
un beso, mutuo y
me duermo mejor.
2
despertás
sin emitir sonidos
te ves irreal
natural, fatal
la sensación corpórea
el ruido del pelo, al viento
azul, tus palabras brotaban en silencio
de tu boca a mi boca
cataratas de tonos estelares
de mil
palabras
mudas.
29 junio, 2015
lecho de muerte (o debilidad)
el problema es cuando te des
vistes
y
presumiendo
tus carnosos
labios
frutales
pulposos
suculentos
apetitosos
jugosos
rosas
rojos
es un problema
caigo débil
vulnerable
en
almíbar
y me ahogo en tu miel
derrochada en mi espalda
en mi cintura
y en mi boca
(que no es jugosa
)